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Decidimos transformar nuestras vidas

Creo que todos hemos pasado por sensaciones de malestar en algún momento de nuestras vidas, esto es parte de la existencia del ser humano, pero como quienes vivimos una experiencia única y personal, vamos aprendiendo por nuestro andar que la vida es en sí un proceso de #transformación.


Pero este proceso no llega de la mano por sí solo, pues bien es sabido que muchas personas terminan sus días sin haberla aprovechado.




Hace tiempo un amigo me contó una pequeña historia la cual habla mucho del aprovechamiento de cada uno de los momentos y esta dice más o menos así.


Había una vez un señor quien se encargaba de viajar por distintos lugares para conocer las costumbres de cada lugar al cual llegaba, pero para esto, en cada uno de esas visitas, al final de cada recorrido siempre tenía la “curiosa costumbre” de visitar los cementerios locales para conocer un poco sobre las historias de la comunidad.

En alguna ocasión al hacer su clásico recorrido, decidió como en cada viaje, ir al cementerio local de la localidad que estaba en turno.


Sin embargo, al pasar en esta ocasión a este cementerio, logró ver algo peculiar. Que independientemente de tener el nombre de la persona que se localizaba en su “última morada”, en sus lápidas estas no contaban con fecha de nacimiento, ni mucho menos la fecha de defunción, en cada una de ellas sencillamente se alcanzaba a leer “2 años”, “4 años”, “8 años”, etc.


Lo anterior se le hizo sumamente extraño, pues esa no es la costumbre y sin contener su inquietud le cuestionó al vigilante de dicho cementerio sobre cuál era la razón por la que en estás tumbas tuvieran estas edades y no aquellas que les correspondían como normalmente se hace, a lo cual le dio la siguiente explicación:


- “Mire joven, en este lugar como en cualquier otro sitio, efectivamente llevamos el conteo sobre la fecha de nacimiento, así como la fecha de defunción. Sin embargo, cuando fallecen se hace un recuento con las personas quienes le conocieron y entre todos ellos se comienza a hacer un conteo sobre cuántos días esta persona fue #feliz, así finalmente se contabilizan para sacar la suma de los años que fueron felices y esto es lo que se coloca en cada una de las lápidas en este cementerio”.


Este relato, después de haberlo escuchado, me puso a reflexionar sobre ¿cuántos de estos días en nuestras vidas somos felices? Si en este momento te detuvieras a contabilizar el tiempo que has sido feliz

¿Cuánto tiempo contarías acumulado en tu cuenta?


Hace varios años atrás, me cuestionaron sobre lo que quizás podría ser “el propósito de vida de cada persona”, a partir de allí, de ese momento, fue cuando decidí que mi #propósito de #vida sería “dejar un mundo mejor”, así que conforme fui experimentando y aprendiendo varias cosas a lo largo de mi vida, es que reconocí en mí la habilidad, así como el gusto de ayudar a los demás a resolver sus problemas.


Esto fue algo que después de una introspección llegué a encontrar, también lo admito, me gusta aprender y enseñar, creo que esas son de mis más grandes fortalezas, las cuales me han influido para dedicarme al #coaching.



El coaching, una profesión no del presente, ni del futuro, sino una profesión que fue naciendo con ese propósito de vida, de acompañar a las personas no solo a acariciar esa mejor versión de sí mismas, sino que, gracias a este, descubran su propósito de vida y así acumulen más años de felicidad a sus cuentas de vida.



¿Si eres coach, para ti qué significa el coaching?


Escrito por: Coach René Leyva Olace


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